Las 5 claves (reales) para saber si tienes un jefe estupendo

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Las 5 claves (reales) para saber si tienes un jefe estupendo

 

Está claro que ser jefe implica muchas cosas, entre ellas más responsabilidad y pasar  del “yo” al “nosotros” y mucho más que endosar “marrones” o  “tragarse” los de otros.

Pero vamos a irnos directos al día a día.

Ya sabemos que los jefes malos, malísimos son los que no escuchan, los eternamente cabreados, los que no aceptan ideas ajenas, etc.

¿Que tal si vamos un poco más allá?

Con criterios parecidos vamos a hurgar un poco más en lo que sucede en la realidad de las empresas para saber si estamos en el lugar correcto con 5 claves.

Hay muchas más, pero estas son las que mas aparecen cuando, en nuestras conferencias para liderazgo humano , descubrimos cómo afecta un superior que está siendo tóxico

Ya me dirás tu opinión.

 

 Un jefe estupendo se rodea de personas aún más estupendas

 

Los líderes fuertes siempre contratan (o tratan de hacerlo) a personas que sean capaces de engrandecer su visión, no como meros “solucionadores” de problemas (que es lo más habitual)

Contratan a personas que, poco a poco, les introduzcan una nueva perspectiva

Eso significa que confían tanto en sí mismos como para contratar a otras personas que puedan mejorar su gestión.

Los jefes mediocres, en ese sentido, solo necesitan gente que ejecute órdenes y que no cuestione nada.

Ya sabes el dicho ¿Para qué contratar a personas inteligentes que sólo van a cumplir órdenes? Si en nuestros talleres y conferencias motivacionales para empresas de motivación real os damos las claves del compromiso global, es porque nuestro ánimo tiene que ver con nuestra perspectiva de vida en la oficina, no nuestra ejecución.

Un secreto a voces: la mayoría de ese jefes, en realidad, necesitan personas que se entiendan bien con el excel, el powerpoint, la aplicación de turno que tenga la empresa o hagan llamadas y manden correos.

Seguramente a muchos les parecerá exagerado, pero más de la mitad de los responsables medios en este país no hacen otra cosa.

Si tienes un jefe (o jefa) realmente estupendo, vas a ir mucho más allá. Pero eso sí, tendrás que estar a la altura.

 

Los malos jefes preguntan ¿Qué hacemos ahora? en modo reproche

 

Este caso es todo lo contrario a ese jefe que no se regodea en el fango.

Hablamos del que deja siempre caer que, de haberle hecho caso, las cosas irían mejor

Pero claro, el problema es que “nadie le hace caso”

Nuestro jefe estupendo sabe qué es un equipo bien liderado

Considera que las ideas deben ser compartidas para resolver problemas y obstáculos que se puedan presentar al grupo;

Es casi un reto profundizar en los problemas más espinosos y enfrentarlos

Peor es no confrontarlos entre distintas voluntades y opiniones, que luego ya haré yo de mi capa un sayo.

Con eso, efectivamente, será difícil que le hagan caso más allá de la orden inmediata

¿Por qué voy confiar en alguien que no confía en mí?

 

Por otro lado, el buen jefe no caerá en la trampa de decir una frase tan de moda, que aparenta pragmatismo y esconde un egoísmo inmenso:

 

No me vengas con problemas: tráeme soluciones.

 

Un mal jefe usará esta frase como sinónimo de “deja de quejarte y haz tu trabajo”

Con ello no sólo haciendo sentir al empleado como poco valorado, sino también aumentando las posibilidades de que esa persona se quede bloqueada ante un nuevo dilema.

Porque, desgraciadamente, va a tener que acudir al despacho de nuevo.

Por tanto, ya tienes una 3º clave, y bastante poderosa, para saber si tienes un jefe estupendo (o no)

 

Un jefe decididamente mediocre te dará un 1% de aciertos

 

Este es uno de los tópicos que siempre se encuentran en la literatura del liderazgo.

El mal directivo es el que se enfoca en tus errores, siempre evidencia tus fallos, bla bla bla…

Pero en la realidad, como siempre, no es todo blanco o negro.

Es mucho más frecuente esa persona que, para no caer en la evidencia de que, efectivamente, no te valora, te concede una mínima parte de acierto para que no caigas en el desánimo.

Aunque pueda parecer que esto es mezquino, suele ser más propio de personas más bien centradas en su propia promoción.

Y eso mantiene a raya la posibilidad de que el empleado crezca por sus propios medios.

El jefe líder no hace uso de un lenguaje de recompensa-castigo sino de estímulo-reto

Allí donde los buenos jefes se aseguran de hacer las observaciones pertinentes cuando es necesario, al tiempo que valoran el trabajo bien hecho, los malos jefes traspasan de inmediato sus percepciones -casi siempre negativas- e incluso lo hacen con un toque de maldad: “todo el mundo piensa lo mismo sobre ti”

 

Un jefe estupendo delega ¡Y no lo hace siempre en los mismos!

 

Es importante que todo jefe aprenda a delegar.

Ahora bien, esto, que parece de manual de 1º de management, muchas veces se suele traducir en delegar siempre en el mismo “afortunado”.

Cuando estamos en una organización con una fuerte jerarquía esta suele ser la excusa para delegar siempre en la misma posición, pero nuestro buen jefe delega con una ecuanimidad envidiable, y con cierto riesgo (controlado, no se trata de poner en las manos de alguien un colt 45 cargado).

Porque jamás sabré el potencial que tiene una persona si no le delego algo que sé que no sabe hacer en un 100%.

Es toda una prueba de talento, audacia y compromiso.

Si bien es cierto que al delegar se corre el riesgo que el colaborador cometa errores, el jefe puede reducir esta posibilidad informando a la persona qué se espera de ella, y cómo lo está haciendo.

Si esto no sucede nunca, tienes una señal de que la dirección no confía en tus posibilidades, o la organización está demasiado jerarquizada para permitirlo